sábado, 5 de mayo de 2012

TEORIAS DE LA CONSPIRACION (PARTE 2)

Leyendo a Rafael Muñoz Saldaña


La primera etapa de las teorías de la conspiración transita de los orígenes hasta los comienzos del siglo XIX. 
Aunque su inicio formal ocurrió en la Ilustración, éstas ya habían tenido antecedentes de interés, como ocurrió durante el reinado de Felipe IV de Francia, quien suprimió la orden de los Templarios y expulsó a los judíos de sus dominios.
En las Cruzadas, fueron también numerosas las teorías conspirativas creadas en torno a los grupos en conflicto.
En el Siglo de las Luces florecieron dos teorías conspirativas gestadas en la Edad Media. Cuando la Iglesia perdió poder sobre la sociedad, las sociedades secretas (como la francmasonería y los illuminati) se multiplicaron y los judíos iniciaron un proceso de emancipación y conciencia de grupo que hizo suponer la existencia de planes ocultos. Estas ideas definieron la base de las posteriores teorías que hallaron un material inagotable en los hechos de la Revolución Francesa.

El florecimiento de las teorías ocurrió entre 1815 y 1945, cuando la paranoia dejó de ser especulativa, se volvió práctica y condujo a acciones radicales.
Los principales desarrollos fueron los mitos en torno a las sociedades secretas, el temor y las especulaciones frente a la creciente hegemonía de Estados Unidos y el antisemitismo.
Un elemento adicional en las sociedades que se emancipaban de los poderes monárquicos fue el temor a los grupos radicales de izquierda y derecha. Sin duda, estos organizaron conspiraciones, pero no todas las que se les atribuyeron antes o ahora.
Mientras muchos adjudicaron incontables conspiraciones a los grupos marxistas y leninistas, la ideología de éstos partió curiosamente de la supuesta conspiración realizada por los capitalistas para obtener sus riquezas a través de la explotación de los pobres y adueñarse del mundo. 

Esta etapa de florecimiento abarca las dos Guerras Mundiales, en las que tanto las conspiraciones reales como las teorías impulsaron acciones terribles.
La llegada de la Guerra Fría acrecentó los temores y las invenciones en un proceso que se extendió hasta fines de la década del 80 con la caída del comunismo soviético.
En esa década y hasta ahora, las teorías migraron del mainstream a la periferia, y sus temas y motivaciones alcanzaron ámbitos diversos, como la ciencia y la tecnología.

Robert Allan Goldberg asegura que después de la Segunda Guerra Mundial, en Estados Unidos surgió una auténtica paranoia de conspiraciones sobre asuntos como el incidente Roswell y el Área 51, la muerte de Diana de Gales, el error del milenio Y2K, etc.
Peter Knight afirma que estas teorías se han convertido en una respuesta necesaria a un mundo cada vez más riesgoso y globalizado en el que todo se conecta pero nada se añade.

Según Timothy Melley, en el corazón de las teorías se encuentra una profunda crisis en la manera como el hombre contemporáneo visualiza el sentido de su autonomía y su individualidad. 
Para Michael Barkun, la cultura de la conspiración ha florecido por el reduccionismo de fenómenos muy complejos a explicaciones simplistas.
Knight asegura que se pueden hacer teorías conspirativas en torno a cualquier personaje, asunto o acontecimiento, incluso de los mismos fenómenos naturales.

Es innegable que varias de las teorías conspirativas tienen un contenido fantástico, casi de ficción literaria, que las hace equiparables a las leyendas urbanas. 
La distinción entre realidad y fantasía se vuelve imposible en el caso de enfermos mentales, pero esa imposibilidad también permea en individuos mentalmente sanos aunque inmersos en un contexto de confusión, temor y duda sobre su destino personal e histórico.

Pipes ha establecido un método para disipar las falsas teorías.
-El sentido común que nos inclina a reconocer aquello que es más sencillo, claro y distinto para la mente.
-El conocimiento de la historia, que nos enseña que los hechos históricos no son responsabilidad de un grupo específico, sino el resultado de procesos más amplios y complejos.
-El pensamiento crítico, una actitud intelectual que analiza, evalúa y revisa la consistencia de las opiniones que las personas aceptan comúnmente como verdaderas. Esta evaluación se basa en la experiencia, la observación y el razonamiento a partir del método científico.

La gestación de las teorías conspirativas es producto de una confluencia de fenómenos sociales, trastornos mentales, apatía para asumir una actitud crítica y la innegable realidad de un mundo en el que todos nos sentimos amenazados por epidemias, crímenes, alimentos transgénicos, armas de destrucción masiva, crisis económicas, inestabilidad política.
Es tentador atribuirlo a grupos aislados y perversos en vez de aceptar el deterioro general de la historia y la decadencia de los modelos de desarrollo en los que hemos confiado.
No olvidemos la eterna susceptibilidad humana a renunciar al poder del razonamiento.
En ese sentido resulta curioso que las teorías conspirativas hayan surgido durante la Ilustración, movimiento cultural que buscó promover la comprensión racional del mundo.

No podemos negar la realidad de algunas conspiraciones, pero tampoco podemos aceptar todas las teorías.
La solución está en el llamado del filósofo Kant: ten el valor de usar tu entendimiento.
Aceptemos sólo aquellas teorías conspirativas que sigan un método de prueba y examen crítico, no importa que pasen décadas para estudiarlas.

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